Se abre el telón.
Abres los ojos y esa
realidad que crees que estás viendo se convierte en ficción. Son infinitud de caminos
sin dirección. Hay algo. Ya lo conoces pero des-familiariza. Es como una segunda lengua,
pero sin ella no existiría la primera. Y la relación sería bidireccional, como
aquellos signos Saussureanos que se corresponden, en el que A es para B y B es
para A. Pero nunca sabes lo que quieres. Y cuando lo sabes, ya no lo quieres.
Cuando lo quieres, no lo sabes. Y cuando lo sabes y lo quieres, ya no es nada.
Si no te mueves, mueres. Piensas. Vives. Luchas. Haces. Sientes. Pero ya no ves nada. Cierras los
ojos y se acaba todo.
Se cierra el telón.
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